viernes, 2 de mayo de 2008

¿De quién es la culpa...?

En primer lugar tengo que decir que me hubiera gustado profundamente que nuestro técnico canterano Manolo Jiménez hubiera triunfado en el Sevilla F.C., pero hasta la fecha no lo ha conseguido y dudo que en un futuro lo pueda o lo pudiera conseguir, aunque el Sevilla ha puesto en sus manos la mejor plantilla de la historia de esta grandísima institución.

En primer lugar, a pesar de los pesares, la gran mayoría de los puestos estaban ocupados por dos jugadores del mismo nivel y que así se sentían estos. Hoy en día nos hemos visto obligados a reducir la plantilla puesto que nuestro técnico ha preferido dar la confianza sólo a un sector de la plantilla y el resto los ha considerado como suplentes, y ello ha provocado el éxodo de futbolistas como Martí, Hinkel o Kerzhakov, o la desmotivación de otros como Renato, Maresca o De Santis.

Por otra parte, un equipo que tenía muchísimas alternativas en el juego, las ha reducido a la penetración por bandas de Navas y Capel, y la magnífica labor de jugadores como Luís Fabiano o Kanouté, y en muchísimos casos se ha vuelto a ver al Sevilla ramplón de hace años, con balones largos buscando desesperados a Kanouté o a Luís Fabiano, ignorando nuestro centro del campo que hasta hace poco se comentaba que era el mejor de este país. ¿De quién es la culpa?

Todos los equipos nos ganan a balón parado tanto en defensa como en ataque, ¿no será que el equipo está poco trabajado en este aspecto, y a lo mejor por ello somos tan malos como dicen en defensa? Quizás si estudiáramos con más detalle las cualidades de cada uno de los jugadores, que son muchos y muy buenos, y los engarzaramos en un buena estrategia que implique varias alternativas de juego, el equipo seguramente no daría la sensación de un juego tan predecible para el contrario.

Nuestro entrenador recurre a recursos aniejos que hacen mucho daño, como achacar las derrotas a fallos puntuales de los futbolistas, al cansancio, a lo mesmado de la plantilla… pero nunca reconoce que casi todos los entrenadores nos han ganado en estrategia, y que si hemos ganado partidos es porque nuestros futbolistas son excelentes y con golpes de individualismo o jugadas aisladas conseguimos desbordar al contrario y ganarles. En definitiva hemos perdido nuestra entidad en el juego y nos hemos convertido en un equipo más que gracias a la calidad de muchos de sus jugadores ganamos partidos.

Imaginemos que tenemos muchas piedras preciosas para crear una joya, cada piedra tiene su valor en el mercado por si misma, por la obra de arte va a tener un valor dterminado en función de que el artista los coloque en un armanzón armónico donde estas joyas puedan expresar su máximo valor. Jiménez no ha conseguido ser este excelente arista que todos hubiermos querido y deseado.

¡Qué pena me das, Sevilla de mi alma! cuando te veo en el campo desorganizado, ansioso, desbordado, con una estructura de juego que llega en momentos a convertirse en unos jugadores que defienden y otros que atacan, con un centro del campo inexistente, y nos cogen al contrataque una y otra vez, sin una autoridad en el banquillo que estos jugadores puedan mirar con confianza porque este tenga solución o debería tener. Con los mimbres que ha dispuesto y todavía, a pesar de que el dice que no, tiene. Pues no es así, el Sevilla de mi alma me ha demostrado que con buenas cartas también se puede perder.

Las ruedas de prensa de nuestro entrenador están impregnadas de pesimismo, no se aprovechan para inyectar expectativas positivas de futuro, sino para crear un ambiente psicológico que hace desmontar poco a poco nuestro estatus conseguido en tan poco tiempo. Porque culpar a la mala suerte, a fallos puntuales de jugadores, a lo reducido de la plantilla, al cansancio… eso es solo demostrar que nuestro entrenador no está a la altura de nuestro equipo, porque nuestro equipo lo ha demostrado, ha conseguido 5 títulos en 15 meses. Tú, Jiménez, todavía quedas por demostrarlo.