martes, 12 de enero de 2010

Conclusiones de un sevillista

Desde este humilde blog sevillista, como siempre, se defenderá al Sevilla FC y al sevillismo con las garras tan afiladas como un tigre de bengala, pero también desde este blog se defenderá sin tapujos la libertad de expresión y por consiguiente, la libertad de discrepar libremente sin que por ello se catalogue a nadie como más o menos sevillista que otros.

Nuestra idiosincrasia sevillista siempre se ha caracterizado por esa lucha de contrarios. Todavía recuerdo cuando iba a la Peña Sevillista de mi pueblo a ver a mi Sevilla y podía observar ínsito cómo unos aficionados eran favorables al equipo, a su juego o a su entrenador, y otros lo consideraban pésimo para la grandeza del club.

Esta lucha de contrarios o discrepancias entre sevillistas debe ser la energía suficiente o el móvil que atendido de la forma más idónea e inteligente da lugar a la base de nuestro Sevilla glorioso de futuro.

Yo por ejemplo quiero discrepar en una cosilla … Pienso que nuestro equipo ha perdido últimamente la confianza y el oficio del que era ejemplo, y no me ha gustado que nuestro entrenador diga en los medios de prensa “¡ojala pase enero rápido!” o “hemos cometido los mismos errores”. No sé si tú que lees el blog coincidirás conmigo en que esto crea innecesariamente desconfianza no solo en los jugadores, sino también en los aficionados, y además con estas afirmaciones se pone en duda el trabajo cotidiano de los jugadores e incluso la del propio entrenador.

Quiero contaros otra anécdota que me ocurrió hace unos días. Escuché en la radio una frase que decía de mi Sevilla lo siguiente “el Sevilla tiene una gran plantilla, pero hay que hacerla jugar al fútbol”. Pocos días después he vuelto a recordar la frase y analizarla con otros esquemas, y me he dado cuenta que esta frase me enseñaba algo que antes había rechazado … en nuestra plantilla hay calidad y talento, solo nos falta la estrategia futbolística idónea para conseguir los objetivos que nos marcamos.

También quiero comentar algo que me llama la atención, he observado que nuestro equipo últimamente suele perder con facilidad el control de la situación y con ello aumentan los niveles de ansiedad en los jugadores, por lo que disminuye la eficacia del oficio, disminuye tanto la calidad de los jugadores como la eficacia en la estrategia del juego, y esto provoca que progresivamente se vaya mermando la confianza tanto del jugador como de la grada.

Nosotros los aficionados sólo podemos abarrotar el Pizjuán e inspirar ánimo en el equipo, esperanza y confianza en nuestros jugadores, y seguro que el trozo de cielo alojado en el tercer anillo aportará un plus de fuerza de nuestros antepasados.