jueves, 23 de abril de 2009

No dejemos de luchar

¡Qué vergüenza! Qué insulto a la inteligencia de tantos aficionados.

¡Qué vergüenza! Que tanta gente vaya a un campo de fútbol, con la incertidumbre del resultado, y la mafia futbolera ya haya ordenado qué es lo que tiene que ocurrir.

¡Qué vergüenza! que el deporte del fútbol acoja personajes que bajo el status del término arbrito sea un instrumento del fraude del deporte de nuestro país.

¡Qué vergüenza! sentí aquella tarde cuando un señor nos prohibía ver un espectáculo, un espectáculo que él se encargó de que sucediera como estaba previsto y no como de buena lid tuviera que suceder.

¡Qué vergüenza! que yo tenga que convivir en esta sociedad con gente como el árbitro de esa tarde.

¡Qué vergúenza! que por personajes con este señor se tenga tanta envidia a la Premier, al cómo se disputan los partidos, cómo son los protagonistas, los que tienen que ser ¡qué maravilla!

¡Que vergüenza! que en el fútbol español, a estas alturas, siga predominando el cariquismo.

¡Qué vergüenza! pongo en duda que siga profesando esta afición, porque ya por fín, le he visto la cara a Dios, el señor González Vázquez, arbitro del Valencia - Sevilla de esa tarde.

No quiero ser como aficionado, cómplice de otra dictadura, ya eso pasó y me niego a ello.