sábado, 27 de marzo de 2010

¡Vaya semanita hermano!

¡Vaya semanita hermano! ¿cuántos herpes labiales habrán aprovechado la coyuntura? ¿cuántas gastrítis habrán empeorado? ¿cuánta desgana en todo?... en fín, ya hacía tiempo que el sevillismo no pasaba por estos malos sabores, a lo mejor ya íbamos necesitando una cura de humildad por derecho. Pero bueno, seguro que no hay mal que por bien no venga, seguro que lo vivido nos sirve de revitalizante para seguir hacia adelante con más ganas si cabe, y el haberle visto las orejas al lobo nos sirve de acicate para levantarnos con más energía. Aunque sea con las defensas bajas, tenemos que afrontar el porvenir con las garantías que el sevillismo merece.

Estamos regular, gracias a Dios, por suerte no sufrimos de un mal severo como otros, lo nuestro metafóricamente se puede considerar simplemente como una gripe futbolística pasajera, seguro que con nuestro nuevo entrenador pronto recuperaremos nuestro status, por ahora maltrecho. Así que ahora a reponerse totalmente con la ayuda del flamante míster, que los objetivos siguen estando al alcance de la mano.

Debemos seguir teniendo fe en nuestra plantilla, seguro que cuando nuestro equipo se reencuentre consigo mismo, vuelva a resacirse con su fútbol, nuestros jugadores recuperen la alegría, la confianza y vuelva el divertimento sobre el terreno de juego ... nuestro equipo volverá a resplandecer entre las cenizas de lo que fué y nos seguirá ofreciendo nuevamente aquellas tardes y noches de gloria que encandilaban a los buenos degustadores del excelente fútbol.

Lo que últimamente nos ha ofrecido el equipo de Nervión es un espejismo, una falsa imagen de nuestro Sevilla FC, ni siquiera un esbozo de aquel equipazo que arrollaba al contrario como una trituradora sin piedad. Pero creo que nuestro equipo ha sido presa de un inoportuno y severo estado psicológico que ha derrotado al equipo anímica y físicamente. El conjunto sevillista ha entrado en un círculo vicioso de retroalimentación donde lo psicológico afecta a lo físico y a la inversa. A nuestros jugadores les pesa en demasía las derrotas, les desborda psíquicamente la necesidad de tener que ganar sí o sí, y ello crea en el equipo un estado psicológico de ansiedad, de miedo, que atenaza al jugador y le impide jugar con soltura, no deja aflorar el talento ni la impronta que el fútbol de élite requiere, y por ello, para protegerse los jugadores emplean un mecanismo de defensa, es decir, el fútbol facíl, en corto y al pie, pero claro esto se convierte en un fútbol muy predecible para las defensas contrarias. Además, el mal estado psicológico coarta no sólo el talento del jugador, sino también propicia una afectación de su formación física ,poque ambas variables están muy correlacionadas, hasta el punto que el estado de ansiedad que sufren los jugadores junto con el sobresfuerzo que tienen que realizar para solventar una situación adversa les puede hacer más vulnerables a las lesiones sobre todo musculares.¡Ojo! esto es sólo un discurrir del "para el sevillista" y como tal se debe tener en cuenta.

Esperemos que con el nuevo entrenador, al introducir una variable nueva en este círculo vicioso, el equipo responda de otra manera más eficaz. Así que hoy ante el Villarreal, seguramente, veamos a otro Sevilla distinto, con muchas bajas pero eso ya no es noticia en nuestro equipo, nunca lo ha sido. No es el momento de recordar a los que no están, sino de animar y alentar a los que van a jugar. Vestir la zamarra blanquirroja debe ser un orgullo, pero nunca un motivo de ansiedad porque con ello se demuestra debilidad. Hoy vamos a demostrar que, a pesar de las bajas, nuestro fondo de armario no era una quimera.