domingo, 27 de mayo de 2012

Oportunista mal agradecido ... ¡¡Qué triste!!

SER AGRADECIDO NOS HACE BONDADOSOS Y SOLIDARIOS




Dicen que había una vez un joven muchacho que quería ser grande en esto del fútbol … Apuntaba cualidades, pero necesitaba de alguien que confiara plenamente en él e hiciera una fuerte inversión en su persona para que los sueños del muchacho se pudieran hacer realidad, llegar a ser una figura contrastada de este deporte.

Un club de prestigio  decidió  ser el cordón umbilical que alimentara con ilusión y cariño el difícil camino a recorrer. La entidad que apostó por él hizo la mayor inversión hasta el momento por una promesa por contrastar. En ningún momento se escatimaron medidas, ni económicas ni humanas, para que el afortunado joven muchacho alcanzara sus objetivos.

La mala suerte hizo presencia en el devenir del proyecto. El muchacho alternó graves lesiones con enfermedades físicas, lo que impedía que el horizonte esperanzador cada vez estuviera más lejos. El club y una afición intachable siempre estuvo con él. La entidad puso a su servicio las mejores alternativas para su recuperación, tanto médicas como deportivas, y respetó severamente la soldada del joven muchacho a lo largo de los malos tiempos. El calor de una de las mejores aficiones del mundo alimentaba incondicionalmente la salud psíquica del muchacho para que no cayera en el derrotismo propio de la situación ...

El club seguía sin tregua apostando por su promesa, siempre esperanzado de que en algún lugar del desierto siempre hay un pozo de agua fresca … como así fue ... El joven jugador parecía que había recuperado la estabilidad propia para competir y fue cedido a otro club para que pudiera demostrar el talento que se le suponía ...

La cesión fue un éxito. El jugador explotó y se convirtió en uno de los mejores jugadores del campeonato. Los malos tiempos habían pasado, ahora ya no dependía ni anímica, ni económicamente del cordón umbilical que le estuvo manteniendo con ilusión a lo largo de la impotencia y la incapacidad del tortuoso y turbulento camino hacia la gloria. El jugador tenía suficiente caché y medios económicos por delante  como para poder olvidarse de la solidaridad de aquella grata gente que le habían ayudado en los momentos más difíciles de su vida deportiva ...






Así que decidió convertir su éxito personal en una situación oportunista de carácter individual, dejando en el olvido ese cordón umbilical que sin él jamás hubiera conseguido sobrevivir en el fútbol, y mucho menos alcanzar la gloria. Decidió no compensar la gratitud recibida, que es lo mínimo que se exige para ser feliz y poseer un corazón grande, haciendo patente ese dicho popular de que ... "Es hijo de mal nacido ... el ser desagradecido".