Hemos pecado a lo largo de estos últimos años como pecó en su día la chicharra, de no habernos preparado adecuadamente para cuando llegaran los años de vacas flacas, es decir, para una crisis futbolística en toda regla.
Hemos demostrado que estamos muy bien organizados, formados y estructurados para las victorias, la gloria, los éxitos y las golosinas, pero sin embargo, nos hemos dormido en los laureles, ignorando que a todo ente de este planeta por muy grandilocuente que fuere le llegan sus malos momentos. Ahora somos nosotros a los que les toca vivir los sinsabores del fútbol y nos ha pillado ni con lo puesto.
Debemos aprender para el futuro que los triunfos no llevan inherente la semilla de la formación adecuada, sobre todo psíquica, para afrontar con éxito las posibles adversidades futuras, éstas que hoy nos atosigan sin contemplaciones y que nos han sorprendido en paños menores. Tampoco hemos tenido la modestia de tener en cuenta que el mal juego y los malos resultados nos podían estar enseñando cosas de nuestro equipo que nos estaban ocultando las victorias. Todos pensabamos que todo cambiaría cuando acabara la Copa de Africa, cuando se recuperarán los lesionados, cuando Kanouté cogiera la forma, cuando Negredo se reencontrara con el gol, cuando Luisfa se centrara en el Sevilla FC y no en otros menesteres . . . en fín ... ¿para qué voy a seguir contando lo que ya todos sabeis? Los problemas se veían de venir y nosotros, todos, distraidos mirando las musarañas ...
Haber si nos damos cuenta, de una vez por todas, que la grandeza de una entidad se mide con más verosimilitud, teniendo en cuenta su capacidad de recomponerse ante las adversidades, y en este aspecto, como ustedes comprenderán, hermanos, no hemos demostrado todavía nada. El equipo ha dado la talla en la gloria pero no sabe digerir ni aprender de las derrotas, hasta el punto que un equipo de un presupuesto respetable como el nuestro se ve manteado por los malos resultados como otro equipo más vulgar. Para estos casos, un equipo grande como el Sevilla FC debe tener recursos de suficientes garantías para que una crisis se pueda evitar o en su peor caso se dé en menor intensidad.
Estamos sufriendo el “síndrome del favorito” aquel mal al que tantísimo respeto le tenía nuestro hermano sevillista Joaquín Caparrós. Este trastorno nos ha hecho que abandonemos parte de nuestro sello de identidad que tanto bien nos hizo en el pasado, como la pérdida de oficio, de humildad, de carácter, de motivación, de confianza, de esfuerzo . . . y ahora que estamos hasta las trancas de preocupación ... el equipo quiere pero no puede. Somos presa de la ansiedad y el miedo, el presente nos desborda y necesitamos una victoria como el comer para espantar lo que no habríamos haber dejado ni acercarse.
Pero no nos desesperemos, que de los fracasos floran verdades frescas, ya nos hemos dado cuenta de eso y seguro que el sevillismo habrá tomado buena nota de ello. Estoy con Escudé de que el equipo está falto de confianza, yo agregaría más, y ello lo vimos ante el Villarreal, cuando un equipo está sin confianza está derrotado antes de que haya comenzado el partido. También quiero agregar ... que antes de la victoria, está el esfuerzo, y volver a recalcar que nuestro lema ahora debe ser, que la grandeza está en la superación de las derrotas y no en la celebración de las victorias.
Nuestros niños del Sevilla Atlético es un caso de modelo ... ellos están superando su crisis con nota. Ayer vencieron por 3-1 a todo un Ecija plagado de tios como castillos, de pelo en pecho y con más experiencia algunos que el martillo de un herrero. Hicieron un segundo tiempo de partido de campanillas. Cómo disfrutamos los presentes de ese sol sevillano de nuestro Domingo de Ramos en esa ciudad deportiva que tanto espacio le deja al astro de nuestra tierra ... que hacía si cabe más blanco, el blanco de nuestros colores.
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