El Sevilla Atlético empata a tres un partido que lo tenía de cara ante uno de los gallitos de la categoría. Aunque los canteranos de Ramón Tejada merecieron la victoria en el envite por el buen juego realizado, sobre todo en la primera mitad, también hay que reconocer el empaque futbolístico de una AD Ceuta que fue de menos a más y de un Sevilla Atlético que le faltó experiencia para saber jugar con el resultado a favor (2-0), goles de Samu a los 35 segundos de partido y de Rodri en el minuto 23 de la primera parte.
En cinco minutos fatídicos, los canteranos sevillistas dilapidan toda la renta que habían obtenido hasta entonces, minuto 44, Ormazábal sube al marcador el primer gol caballa (2-1) y en el minuto 49 hace lo propio Modesto (2-2).
En el minuto 65, cuando el Ceuta había conseguido igualar el marcador y las cosas empezaban a pintar mal para un Sevilla Atlético que había perdido la posesión del balón, y un Ceuta que llegaba con peligro al área sevillista, comenzaron los entuertos arbitrales, hasta el punto de que a partir de ese minuto 65 el son del partido cambió y se transformó en un correcalles lo que había sido hasta entonces un buen partido de fútbol.
Todo comenzó cuando Rodri marca el (3-2) en una jugada muy propia de él, como propio y particular su temperamento, y se fue a celebrarlo con enrabietada alegría al banderín de esquina, pateándolo; acción que el señor árbitro, Pinto Herrera, consideró amarilla, la segunda del jugador y por tanto, su expulsión. Esta decisión arbitral desquició a un público correcto y a unos jugadores que nos estaban divirtiendo a todos. No tendría el trencilla su conciencia muy tranquila cuando cinco minutos después expulsa rigurosamente al delantero ceutí Javi Navarro, por un rifirrafe que en circunstancias normales, incluso hubiera pasado desapercibido.
En pleno disloque, en el que se había convertido el encuentro, podía pasar cualquier cosa. En el minuto 76, el jugador ceutí, Seguro, acierta a introducir la pelota en la jáula sevillista poniendo el definitivo (3-3) en el marcador, mientras que el canterano sevillista, Jairo Morilla, inocentemente desperdicia una clara ocasión de gol que hubiera supuesto el (4-3).
En definitiva, hemos visto un gran evento futbolístico de dos equipos que nos brindaron un buen futbol ofensivo, con goles talentosos y algunos de bella factura, pero enturbiado por un equipo arbitral que no tuvo ni la habilidad suficiente, ni la sabiduría precisa para estar a la altura de las circunstancias, y que casi consiguen estropear una buena mañana de fútbol en la ciudad deportiva de la carretera de Utrera.
En cinco minutos fatídicos, los canteranos sevillistas dilapidan toda la renta que habían obtenido hasta entonces, minuto 44, Ormazábal sube al marcador el primer gol caballa (2-1) y en el minuto 49 hace lo propio Modesto (2-2).
En el minuto 65, cuando el Ceuta había conseguido igualar el marcador y las cosas empezaban a pintar mal para un Sevilla Atlético que había perdido la posesión del balón, y un Ceuta que llegaba con peligro al área sevillista, comenzaron los entuertos arbitrales, hasta el punto de que a partir de ese minuto 65 el son del partido cambió y se transformó en un correcalles lo que había sido hasta entonces un buen partido de fútbol.
Todo comenzó cuando Rodri marca el (3-2) en una jugada muy propia de él, como propio y particular su temperamento, y se fue a celebrarlo con enrabietada alegría al banderín de esquina, pateándolo; acción que el señor árbitro, Pinto Herrera, consideró amarilla, la segunda del jugador y por tanto, su expulsión. Esta decisión arbitral desquició a un público correcto y a unos jugadores que nos estaban divirtiendo a todos. No tendría el trencilla su conciencia muy tranquila cuando cinco minutos después expulsa rigurosamente al delantero ceutí Javi Navarro, por un rifirrafe que en circunstancias normales, incluso hubiera pasado desapercibido.
En pleno disloque, en el que se había convertido el encuentro, podía pasar cualquier cosa. En el minuto 76, el jugador ceutí, Seguro, acierta a introducir la pelota en la jáula sevillista poniendo el definitivo (3-3) en el marcador, mientras que el canterano sevillista, Jairo Morilla, inocentemente desperdicia una clara ocasión de gol que hubiera supuesto el (4-3).
En definitiva, hemos visto un gran evento futbolístico de dos equipos que nos brindaron un buen futbol ofensivo, con goles talentosos y algunos de bella factura, pero enturbiado por un equipo arbitral que no tuvo ni la habilidad suficiente, ni la sabiduría precisa para estar a la altura de las circunstancias, y que casi consiguen estropear una buena mañana de fútbol en la ciudad deportiva de la carretera de Utrera.
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